domingo, 6 de septiembre de 2009

A LA MUERTE DE DON JOSÉ MARÍA DE HEREDIA

LamartineVoz pavorosa en funeral lamento,desde los mares de mi patria vuelaa las playas de Iberia; tristementeen son confuso la dilata el viento;el dulce canto en mi garganta hiela,y sombras de dolor viste a mi mente.¡Ay!, que esa voz doliente,con que su pena América denotay en estas playas lanza el océano,«Murió —pronuncia— el férvido patriota...»«Murió —repite— el trovador cubano»;y un eco triste en lontananza gime,«¡murió el cantor del Niágara sublime!»¿Y es verdad? ¿Y es verdad?... ¿La muerte impíaapagar pudo con su soplo heladoel generoso corazón del vate,do tanto fuego de entusiasmo ardía?¿No ya en amor se enciende, ni agitadode la santa virtud al nombre late?...Bien cual cede al embatedel aquilón el roble erguido,así en la fuerza de su edad lozanafue por el fallo del destino herido...

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