domingo, 6 de septiembre de 2009

Gertrudis Gómez

Un tiempo hollaba por alfombras rosas;y nobles vates, de mentidas diosasprodigábanme nombres;más yo, altanera, con orgullo vano,cual águila real a vil gusano,contemplaba a los hombres.Mi pensamiento —en temerario vuelo—ardiente osaba demandar al cieloobjeto a mis amores,y si a la tierra con desdén volvíatriste mirada, mi soberbia impíamarchitaba sus flores.Tal vez por un momento caprichosaentre ellas revolé, cual mariposa,sin fijarme en ninguna;pues de místico bien siempre anhelante,clamaba en vano, como tierno infantequiere abrazar la luna.Hoy, despeñada de la excelsa cumbredo osé mirar del sol la ardiente lumbreque fascinó mis ojos,cual hoja seca al raudo torbellino,cedo al poder del áspero destino...¡Me entrego a sus antojos!Cobarde corazón, que el nudo estrechogimiendo sufres, dime: ¿qué se ha hechotu presunción altiva?¿Qué mágico poder, en tal bajeza

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